La capilla antigua de Ciudad Eten, que inició su construcción en 1773 y fue culminada en 1778, y que en definitiva, es la muestra de agradecimiento por un milagro concedido por intercesión del milagroso Niño de la Hostia Santa que se apareciera en la Doctrina de la Magdalena de Eten en 1649.
Lamentablemente una de sus paredes laterales de la entrada del lado derecho se desplomó por acción del tiempo pero sobre todo por la mala intervención, con mucha pena, de los arqueólogos que hace un tiempo no muy lejano atrás realizaron excavaciones muy cerca de las bases de esta capilla, permitiendo el debilitamiento de las mismas y que hasta una persona sin conocimientos de arquitectura e ingeniería civil podría muy bien preveer el derrumbe del mismo modo, es lamentable, ya que es un atentado con el Patrimonio Cultural y Religioso de esta Tierra ancestral, desafortunadamente la autoridades respectivas no han hecho absolutamente nada por reclamar y denunciar a instancias respectivas tal atentado, de la misma manera hasta ahora no se tiene ni una minúsculo informe de tales excavaciones, por lo que personalmente considero una falta de respeto a nuestra cultura y a nuestro pueblo.
SE DERRUMBA PARED DE ANTIGUA CAPILLA Una antigua iglesia que data de hace 235 años,
Texto y fotos: Larcery Díaz Suárez
Parte de los grandes muros de esta construcción de grandes adobes, se vinieron abajo, felizmente sin daños materiales ni personales que lamentar. Porque también lamentablemente la misma se encuentra totalmente abandonada. Está ubicada a unos doscientos metros al oeste de la actual capilla o santuario que durante todo el año alberga la imagen que recuerda al milagroso Niño Jesús en la Hostia Consagrada, aparecido dos veces en el pueblo de Eten en 1649. La iglesia en ruinas está elevada sobre un montículo de arena, en tanto que a 500 metros, se halla el mar, de donde hace más de dos siglos surgió la idea de la construcción de este templo, que durante muchos años sirvió de adoratorio especialmente para los hombres que se hacían a la mar por esa zona, así como de lugar de recogimiento para los que poblaban por ella. A la fecha, la construcción carece de techo en su nave central y en su ingreso, al que se tenía acceso por no contar con puertas, se han instalado una especie de puerta doble, confeccionadas de manera sencilla en base a madera y triplay; tal vez con la idea de que en fecha próxima se pudiera reconstruir o por lo menos conservar este templo. Cabe señalar que a pocos pasos del derrumbe, está totalmente sepultada la iglesia principal en la que hace 362 años apareció el Niño del Milagro. Hasta hace poco, el arqueólogo Jorge Centurión, del Museo Tumbas Reales de Sipán y hoy director regional de Cultura, tuvo a su cargo la excavación científica y estudio de lo que guardaba este recinto religioso. Se espera que el nuevo gobierno continúe los trabajos de investigación allí iniciados y que las autoridades de Ciudad Eten realicen las gestiones correspondientes para que la tradición católica de Ciudad Eten continúe avivando las llamas de su fe. Se sabe, asimismo, que la Diócesis de Chiclayo a través de la Parroquia "Santa María Magdalena" de Ciudad Eten, quieren convertir a esta ciudad bendecida por Dios, en un Foco de Evangelización mundial; de tal manera
Rescate en altamar El S.O.S. de un mercader lambayecano da pie a la historia de la edificación de la iglesia hoy en ruinas. En su libro “El milagro eucarístico de Eten”, su autor, Francesco Pini Rodolfi, relata parte de esta narración: “Impresiona al visitante el extenso y ondulado paraje del arenal etenano, la visión del voluminoso conjunto arquitectónico parcialmente en ruinas que domina una elevación del terreno adyacente a la playa. Se trata de los restos de una construcción que tiene una historia estrechamente ligada al Nino del Milagro y que tiene como protagonista a un acaudalado mercader: don Manuel del Castillo, natural del pueblo de Lambayeque, quien el año de 1772 emprendió uno de sus acostumbrados viajes de negocios a bordo de una embarcación que lo llevaría muy lejos, hasta el Estrecho de Magallanes. En el viaje de regreso, en setiembre del año siguiente, ya había dejado muchas millas atrás el extremo sur del continente, cuando, a la una de la tarde del día 14, lo sorprendió una furiosa tempestad, que amenazó con hundir el buque velero con los violentos embates de los vientos y de gigantescas olas. Aquel terrible vendaval duró dos días y dos noches y parecía que era algo de nunca acabar. Manuel del Castillo sabía muy bien lo que sucedía cuando un barco naufragaba. Si era que no se hundía, sepultándose en el fondo del mar, estaba expuesto al peligro de perder en todo o en parte su tripulación y su carga. En este caso, “sobrevenía la confusión y el desorden. Desaparecía la autoridad de Los mandos y los propios tripulantes se dedicaban a robar las riquezas que el navío llevaba en sus entrañas. En estas prácticas se distinguieron especialmente los marineros. Sabemos que hechos de este tipo sucedieron en los naufragios de 1622 en La Florida, y que la gente de mar rompió y descerrajó las cajas, baúles y petacas de las entrecubiertas de la Capitana del Mar del Sur que encalló en Chanduy, en 1654. La sustraído del bajel peruano nunca se supo a ciencia cierta a cuánto ascendió” (Serrano Mangas, Fernando. Naufragios y rescates en el tráfico indiano durante el siglo XVII. Lima. Segusa Editores 1991). Este autor enumera con ciertos detalles hasta 54 naufragios del siglo XVII. Consciente de todo esto, “en esos momentos de peligro y angustia general, acordándose del milagroso Niño Jesús de Eten, con fervorosa oración recurrió a Él, en demanda de protección divina en caso tan desesperado, prometiéndole que, si era por Él favorecido haciendo cesar tan fuerte tempestad, le haría construir una capilla Promesa cumplida La capilla fue terminada “cuatro años después de la odisea del barco ( ... ), acordando celebrar la festividad del Nino del Milagro con una romería a la Capilla de la playa el 16 de setiembre de cada año, por haber sido esa fecha el Hasta ahora no hemos tenido la oportunidad de ver los documentos originales que contengan esta información, salvo el libro de Araujo, quien narra este suceso sobre la base de “un documento que -nos dice- tenemos a la vista referente a este milagro”. Sin embargo, la existencia de la iglesia o capilla que Don Manuel del Castillo mandó construir, y que, aunque se encuentre en condiciones ruinosas, es un exvoto monumental (baste pensar que ocupa un área de 465.58 metros cuadrados, con cimientos de piedra, piso de ladrillo y gruesas paredes de adobe, según datos proporcionados por el propio A. Araujo), junto con la continuidad de la tradición oral al respecto, induce a considerar básicamente histórico este relato. Además, la distancia en el tiempo no es demasiado grande, impidiendo construir una leyenda sobre un hecho que no hubiese ocurrido. Aun hoy se venera en la nueva iglesia de Eten una estatua relativamente antigua (siglo XIX) del Niño Jesús, de cuerpo entero y de pie, tal como habría aparecido a Don Manuel Castillo sobre las olas embravecidas del océano. Los pobladores del lugar llaman cariñosamente a este Nino Jesús con el nombre de “El serranito”. |